En el corazón de Ruanda, en la comunidad rural de Mugina, gracias al trabajo incansable de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana está naciendo mucho más que un proyecto educativo: se está levantando una esperanza concreta para cientos de niños y familias, en esta región vulnerable. Y ahora gracias al apoyo de la Fundación Parentes el proyecto crecerá para los más pequeños, los alumnos de infantil.
Un proyecto educativo que ha ido evolucionando
En 2010, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana impulsaron la creación de una escuela infantil en Mugina, con el objetivo de ofrecer una alternativa educativa a las familias más desfavorecidas. La iniciativa tuvo tan buena acogida que, tras un gran esfuerzo por conseguir un espacio propio, en 2017 abrieron la Escuela Primaria Sainte Anne. Desde 2019, han trabajado intensamente para mejorar las condiciones educativas mediante la construcción de aulas más adecuadas, lo que ha supuesto un importante avance en la calidad de la enseñanza en esta zona rural.
Sin embargo, las aulas construidas están actualmente ocupadas por la primaria, y los niños de infantil continúan en instalaciones antiguas que no ofrecen un entorno seguro ni adaptado a sus necesidades. El nuevo reto es construir cuatro nuevas aulas para el jardín de infancia, cuya población no ha dejado de crecer y cuyas condiciones actuales ya no son sostenibles.
Una comunidad viva y unida
Lo más admirable no está solo en los planos ni en los presupuestos. Lo verdaderamente transformador sucede cada día: profesores que caminan más de hora y media para llegar al colegio; padres que, lejos de limitarse a dejar a sus hijos, abren caminos con sus propias manos para facilitar el acceso; familias que cultivan la huerta escolar, garantizando una alimentación saludable elaborada con productos locales y mucho cariño.
Las Hermanas, testigos discretos de esta entrega, se emocionan con gestos que lo dicen todo. Como el de ese niño que come despacio, a sorbitos, para que la comida le dure más. O el de tantas familias que, teniendo muy poco, son las primeras en compartir lo que tienen. “Aquí, las familias con menos son las más generosas”, comentan.
Incluso las misas dominicales, a las seis de la mañana, se llenan de familias enteras con niños pequeños. Un detalle que, en otro lugar, podría pasar desapercibido, pero que aquí revela la fuerza de una comunidad viva, unida, que encuentra en la fe el impulso para seguir adelante.
Lo que se construye son más que aulas
Este proyecto no sería posible sin el respaldo de organizaciones comprometidas como Fundación Parentes, que se ha sumado con decisión a esta causa. Su apoyo permite seguir construyendo aulas, sí, pero también construir futuro, dignidad y oportunidades para toda una comunidad.
Porque en Mugina, cada ladrillo cuenta. Y cuando se levantan paredes, también se abren caminos de esperanza.