La reciente decisión de la Comunidad de Madrid sobre la tecnología en las aulas, prohibiendo el uso individual de tabletas y móviles, ha devuelto al centro del debate un tema tan incómodo como urgente: su impacto en la infancia y la adolescencia.

¿Se trata de una medida necesaria? ¿O llegamos, una vez más, tarde y mal? Evidentemente el problema no son las pantallas en sí, sino la falta de una cultura educativa que prepare a niños y jóvenes para convivir con ellas desde la responsabilidad y el autocontrol.

La tecnología en las aulas entró sin preparación, sin formación docente adecuada, y sin una reflexión de fondo. Hoy, en muchos colegios, la tableta ha sustituido a la libreta, pero no ha transformado ni la metodología ni el modo de aprender. La innovación se quedó en el envoltorio.

Una realidad que duele: adicción, aislamiento y falta de autocontrol

La educación tecnológica mal entendida ha producido efectos colaterales preocupantes. Según el informe “Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades” elaborado por UNICEF España en 2021, en colaboración con la Universidad de Santiago de Compostela y el Consejo General de Colegios de Ingeniería en Informática, ofrece una visión detallada sobre el uso de la tecnología en adolescentes de entre 11 y 18 años:

  • El 90% de los adolescentes reconoce usar el móvil justo antes de dormir.
  • Un 30% admite sentirse dependiente del teléfono.
  • Más del 70% pasa más de 4 horas al día conectado a pantallas.
  • El 40% ha accedido a contenido pornográfico de forma habitual antes de los 14 años.

Estos datos reflejan tendencias preocupantes en el uso de la tecnología por parte de los adolescentes, destacando la necesidad de una supervisión y educación adecuadas para fomentar hábitos digitales saludables.

Tecnología en las aulas: ¿Es compatible?

La medida de prohibir los móviles puede parecer drástica para muchos, pero quizá sea parte de la solución. La cuestión es: ¿lo hacemos por convicción o por desesperación? Si solo retiramos el dispositivo, pero no educamos en libertad, criterio y templanza, el problema seguirá presente… solo que disfrazado.

Educar no es imponer desde fuera, sino formar desde dentro. Formar la voluntad, enseñar a elegir bien incluso cuando nadie nos mira, desarrollar el carácter. Porque los límites son importantes, pero aún más lo es que los niños y adolescentes comprendan por qué existen esos límites.

Educación del Carácter: La clave que estamos ignorando

Desde Fundación Parentes lo decimos con claridad: no se trata de formar alumnos que obedezcan, sino personas que entiendan, que sepan gestionar su libertad, que desarrollen autocontrol, interioridad, pensamiento crítico y fortaleza ante la frustración.

Programas como BeLeader lo están demostrando. Cuando se trabaja la educación del carácter de forma integral, los jóvenes no solo reducen su dependencia de la tecnología, sino que mejoran su autoestima, su capacidad de decisión y su sentido de propósito porque comprenden que no basta con apagar la pantalla, sino que es necesario encender el interior.

Conclusión: Una oportunidad histórica para hacerlo bien

La CAM ha abierto el debate, pero el verdadero reto no es prohibir, sino transformar. Apostar por una educación con profundidad, que forme seres humanos libres y responsables en un mundo hiperconectado.

Para hacerlo bien y mejor, es importante entender que el desafío va más allá de una simple restricción; implica una transformación cultural que requiere el compromiso de familias, educadores y la sociedad en su conjunto. La tecnología en las aulas y fuera de ellas no es el enemigo, sino una herramienta que debe ser comprendida y utilizada con inteligencia y criterio.

La tecnología ha venido para quedarse y aún estamos a tiempo de enseñar a las nuevas generaciones a convivir con ella sin ser esclavos. A usarla sin ser usados, a integrarla con criterio, templanza y humanidad.

María Asunción Rey Ballesteros
Experta en Educación del Carácter y Directora de Programas Fundación Parentes