La educación tiene el poder de cambiar el mundo, de construir sociedades más justas e igualitarias. Pero esto sólo es posible cuando la educación se entiende como un derecho fundamental y no como un privilegio de unos pocos. Hoy, a pesar de los avances, millones de niñas y mujeres son víctimas de la negación sistemática del derecho a la educación, lo que lleva a perpetuar situaciones de dependencia y desigualdad.
“Un niño, un maestro, un libro y un bolígrafo pueden cambiar el mundo. La educación es la única solución”. Estas palabras fueron pronunciadas por Malala Yousafzai ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Con sólo 17 años, Malala se convirtió en la persona más joven de la historia en recibir el Premio Nobel de la Paz, por su incansable defensa del Derecho a la Educación de los niños de todo el mundo y, en especial, de las mujeres y las niñas. Un derecho por el que incluso arriesgó su propia vida. En su ciudad natal, Pakistán, Malala sufrió un atentado en 2012 tras oponerse al edicto talibán que prohibía a las niñas ir a la escuela.
Mucho trabajo por hacer
Como Malala, millones de mujeres en todos los rincones del mundo desafían a diario obstáculos de todo tipo que impiden su acceso a la educación, al camino que conduce a un futuro mejor, a su realización profesional y personal. Sin embargo, estos obstáculos persisten especialmente en los países menos desarrollados donde, según estimaciones de la UNESCO: “129 millones de niñas están sin escolarizar: 32 millones en edad de cursar primaria y 97 millones en edad de cursar secundaria“. Esto se traduce en que el 50% de las mujeres de estos países no saben leer ni escribir.
129 millones de niñas no están escolarizadas: 32 millones en edad de cursar primaria y 97 millones en edad de cursar secundaria.
La discriminación de género socava las perspectivas de educación de las mujeres de muchas maneras. Los matrimonios precoces y el trabajo doméstico llevan a muchas niñas y jóvenes a abandonar la escuela y renunciar a sus sueños y expectativas de futuro, a menudo por imposición familiar o dificultades económicas. Del mismo modo, el acoso sexual en los espacios públicos es otro factor de riesgo que confina a muchas mujeres en sus hogares, ahogando sus voces y limitando gravemente su capacidad de contribuir a la sociedad.
El trabajo de Fundación Parentes
En Fundación Parentes, nuestro principal objetivo es promover el derecho a la educación de la población más vulnerable. Para ello, colaboramos con instituciones de diferentes países a través de proyectos que garantizan el acceso a una educación inclusiva y de calidad. En este sentido, muchos de nuestros proyectos están específicamente dirigidos a facilitar el acceso a la escuela de las niñas en lugares donde su derecho a la educación está en riesgo. Del mismo modo, colaboramos con el desarrollo de iniciativas para mejorar la empleabilidad de las mujeres, favoreciendo su incorporación al mercado laboral y su independencia económica.
Fundación Parentes promueve proyectos de cooperación como “Mantenimiento y ayudas al estudio en 6 escuelas de Pakistán” o el proyecto “Educación técnico-profesional para mujeres jóvenes en Bolivia“. El primero, llevado a cabo en colaboración con la Congregación Jesús y María, ha conseguido dotar a 6 escuelas de la región de Punyab de becas para alumnos en situación de vulnerabilidad, becas para la formación de profesores y equipos informáticos. En cuanto a la segunda iniciativa, Fundación Parentes ha apoyado la labor del Instituto Técnico CEFIM, un centro de formación técnica en gastronomía que ofrece capacitación a jóvenes mujeres migrantes de zonas rurales de Bolivia y a mujeres de escasos recursos de las ciudades de La Paz y El Alto.
La educación es la palanca de cambio más eficaz para lograr un mundo mejor, la herramienta más efectiva para romper el círculo de la pobreza, reducir las desigualdades y desarrollar el máximo potencial de cada persona. En Fundación Parentes trabajamos para lograr el acceso a la educación de las mujeres vulnerables, para proporcionarles los recursos que necesitan para encontrar su propia voz y convertirse en agentes de cambio, en protagonistas de la construcción de un mundo mejor.